Por: Manfredo Martínez
Cada año, cientos de miles de peregrinos de los cuatro puntos cardinales de la república mexicana, gestionan y se movilizan a la Basílica de Guadalupe, en la Plaza de las Américas, Ciudad de México para rendir honor a la llamada «emperatriz de América». La fecha cumbre-12 de diciembre- sincroniza los corazones de los creyentes católicos mexicanos que imploraran la bendición de la virgencita morena de Guadalupe.
Es sin lugar a dudas un fenómeno que simboliza la unidad, que enaltece los valores supremos de la vida: amar a Dios sobre todas las cosas; amar al prójimo; no matar-mentir; y solidifica la puesta en práctica de principios como la solidaridad, tolerancia, trabajo por la justicia y la paz, etc.
Es una vibración mental al unísono que busca dar gracias a la virgen María por los favores recibidos(a través de su intercesión a Dios por las solicitudes de los ciudadanos); al mismo tiempo son nuevas peticiones que tienen como propósito central la reparación de fallas, el beneficio económico y la sanación de dolencias, etc.
Se le atribuye al ahora santo Juan Diego Cuauhtlatoatzin, la visualización de la aparición de la Virgen en 1531. Fueron un total de cuatro Mariofanias-apariciones de la virgen Maria-, produjendose la ultima el 12 diciembre de ese año. Un hombre de piel morena que llevaba inscrito en su cuerpo los códigos de la humildad y sencillez de la gente del campo. En tal conmemoración, los medios de comunicación nacionales se convierten en una especie de ejército que buscan informar desde una amplia diversidad de ángulos posibles. La más variada iconografía cimenta constructos semióticos en la mente de los participantes de las diversas celebraciones que tienen lugar en el marco de los festejos. Estas actividades tienen el poder de romper “fronteras” socio económicas y políticas bajo la plataforma que congrega y reúne a gentes de todos los estratos sociales en torno a la Guadalupana.
De acuerdo a cifras que ha manejado la Santa Sede del Vaticano, el número de católicos mexicanos es el 91.89% del total de la población, el equivalente a 99 millones 635 mil personas. Estos datos contrastan con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), que afirma de que el total de católicos corresponde al 83.9%
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